Existen situaciones y realidades que no podemos
ocultar en la ciudad de Ibagué, que deben ser destacadas para ver si en algún
momento se pueden corregir por parte de la administración municipal y los
ciudadanos, como por ejemplo:
Es evidente la falta de mantenimiento, aseo,
vigilancia, fumigación y cuidado al desvalorizado Parque Centenario, que todos
los días recibe mañana y tarde a muchos ciudadanos para hacer deporte,
ejercicios, meditación, paseo canino y descanso en un espacio verde en el
corazón de la ciudad. Su mal estado, en especial la presentación de los baños
públicos, deja mucho que desear de la ciudad musical de Colombia.
Por su parte, el servicio público de buses de
color naranja que atiende la demanda de movilidad de los ciudadanos de a pie no
queda nada bien parado en la imagen de la ciudad y la calidad de servir a sus
usuarios: la estela de humo negro, la poca posibilidad de que ingresen
discapacitados, mujeres con coche, personas de la tercera edad y conductores
corriendo contra el tiempo por cumplir un horario y una cuota, además de su
estilo amenazante de conducir, obligan al usuario a aguantar toda clase de
molestias al desplazarse de un lugar a otro. Estos servicios, que deberían ser
modelo de atención y buen trato, por el contrario, se convierten en molestia,
irrespeto e inconformidad general.
Pero si por un lado llueve, por el otro no
escampa. Incomprensible el daño frecuente y permanente de la malla vial de esta
ciudad, que cada día presenta un deterioro evidente en las calles y carreras
por donde transitan los ciudadanos en bicicleta, moto, auto o cualquier otro
medio de movilidad urbana; aquí el tema no tiene nada que discutir porque las
pruebas son más que evidentes.
Entre los taxis y los Uber (medio ilegal
actualmente) se conjugan las problemáticas del servicio al usuario: el mal
olor, aseo, mala presentación de los conductores, regular trato, abusos de una
parte y de la otra. Siempre termina afectando al usuario final, existen taxis
que se dan el lujo de decir a dónde van o no, si te recogen o no, además de que
el sistema de identificación si están libres u ocupados es muchas veces una
burla al usuario y los Uber te imponen dónde debes ir para que ellos no reciban
amonestaciones; ¿pero no se supone que eres tú el que paga de tu pecunio por un
buen servicio? Entonces…
No podía faltar el tema de la seguridad: entre
las rejas, cámaras, vigilancia privada, dejar de salir de noche, no utilizar
objetos caros, meterse el celular en partes íntimas, extremar las medidas
propias de seguridad, los habitantes de calle, estar a merced del olor del
consumo de drogas, entre otras, marihuana, conductores irresponsables que toman
licor, competencias nocturnas de motos y carros, altos ruidos de motocicletas;
la ciudad se debate entre lo que supuestamente muestran las estadísticas de la
administración de la seguridad y la realidad que vive el ciudadano todos los
días.
Si estas no son realidades que afectan a la
sociedad y merecen toda una atención conjunta, en especial de la administración
municipal, entonces, ¿cómo podremos vivir en paz y tranquilidad? “El
camino puede ser difícil, pero con tu ayuda lo podemos lograr”. “Soy
ciudadano”.
Si todos los ciudadanos tomarán conciencia que al alzar las manos y expresar la inconformidad frente a las entidades públicas y administradores de la ciudad verías resultados casi que inmediatamente,pero a veces es menos problema hacernos los de los oidos sordos.exijamos nuestros derechos y cumplamos con nuestros deberes.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, estoy de acuerdo con tu punto de vista.
EliminarPero en la redes se ven anunciando maravillas que hicieron y que haran
ResponderEliminarDe acuerdo con tu apreciación, gracias por tu comentario.
EliminarVaya!, vaya!.
ResponderEliminarY yo me entristecía pensando que Santa Marta estaba peor. Al compararla teniendo en cuenta lo que escribes, noto que Ibagué está igual o peor.
Tengo el placer cómo pocos colombianos de vivir en dos departamentos (César y Magdalena) y observo el mismo patrón : LA IGNORANCIA DE LAS PERSONAS (me atrevo a decir, más bien, la pobreza mental de las personas). Lo que conlleva a que sigamos escogiendo mal a nuestros gobernantes.
Colombia necesita más de un LÍDER que de un GOBERNANTE. Líder que nos lleve por un camino similar cómo lo han hecho el Salvador, Singapur, Japón, China, Alemania, entre otros. Aclaro, necesitamos un LÍDER, no un gobernante, dictador o cualquier cosa que se parezca.
Hasta entonces, vamos a seguir quejándonos por el montón de problemas que hay en toda Colombia, mires donde mires.
! Falta un LÍDER, que entre sus prioridades este la educación, la cultura y por encima de todo : Dios!
Interesante punto de vista, muy amable por tu comentario, Dios bendiga este país.
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