sábado, 16 de junio de 2018


El reciente caso de la señora esposa del General Salguero, que ha sido publicado por ella misma en las redes sociales deja al descubierto algunos aspectos que considero deben ser motivo de reflexión al interior de la Fuerzas Militares y al exterior de las mismas. https://youtu.be/l6tZjZulB7g

Como primera medida, cabe destacar que los militares y policías en toda su organización son seres humanos, no son hombres y mujeres de piedra, por el contrario y muy a pesar de la formación misma del militar, son personas que endurecen su carácter para enfrentar situaciones que la mayor parte de la población ni se imagina, he aquí uno de los porqué no se puede comparar al militar con un nefasto guerrillero.

En otrora, para ingresar a las filas de las Fuerzas Militares los procesos de selección tenían una alta rigurosidad y detalle, lógico, eran las personas que bajo una adecuada formación educativa familiar recibirían las armas de la República para defender al país, por ende no se toleraba actos de indisciplina, faltas contra la moral, la virilidad y mucho menos la infidelidad o los concubinatos, peor aún la separación matrimonial.

Pero el tiempo cambio y como siempre los derechos constitucionales superaron a los deberes, se abrió la puerta para una cantidad de situaciones aberrantes que al lado de la corrupción, la pérdida de la fe. El temor a Dios, el respeto, la división religiosa y muchos aspectos más, no fueron ajenos a las instituciones castrenses en la actualidad.

Si bien no puedo aplaudir a muchas esposas de militares que ven a los superiores de sus esposos como mecanismos de manipulación o de control hacia ellos, también es cierto que el caso del General es un caso que ha invadido como el cáncer a muchos integrantes de la sociedad militar, aspectos que salen al aire sólo cuando se fuga la información.

Sin embargo, lo importante de este caso es comprender varias cosas, la sociedad colombiana debe rodear a su Fuerza Pública y una de las maneras para hacerlo es mostrando la comprensión hacia ellos, lógicamente no hablo de alcahuetear los aspectos negativos, para nada, pero si comprender que las huellas que ha dejado el conflicto histórico de Colombia van más allá de un Premio Nobel ó de un Presidente sonriente que puso a su hijo a jugar a los soldados de chocolate.

Precisamente, las principales víctimas de esta problemática social interna además de una porción de la población, son todos esos hombres, mujeres y niños que de una u otra forma sufrieron en primera persona las atrocidades vividas por la falta de atención de los gobiernos, la indiferencia y respaldo de la comunidad y lógicamente la brutal violencia provocada por un puñado de ignorantes guerrilleros que mantuvieron al país y a los militares bajo una presión constante.

Hoy sólo resta esperar a que el nuevo Presidente Iván Duque, si respalde a los militares y policías, que la ley del veterano sea una realidad, que sensibilice al país para retornar a la educación basada en los principios y los valores humanos, intensificar la atención por las familias al interior de la Fuerza Publica y a reeducar a una sociedad que se le olvidó ser humana, por creerse dioses efímeros de piedra.

“El camino puede ser difícil, pero con tu ayuda lo podemos lograr” (soy ciudadano)

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Muy bonita su reflexión General, pero la realidad es otra, en las instituciones de Comisarías, juzgados de Familia y delegaturas para la defensa de la mujer, son incontables las denuncias de mujeres de militares, policías y otros, que denuncian los maltratos psicológicos, físicos y demás, que miembros de esas instituciones les han causado, eso sin contar, el abandono de centenares de hijos de cuyos padres son militares y no asumen su responsabilidad como tal, General apuesto a que usted no es la excepción y tengo la certeza de que son usted están haciendo estas reflexiones tiene su pecado encima... las mujeres somos la porcelana de la casa no el hombre.

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En agradecimiento

Virgen de la Milgrosa -
Cerro El Cundí
(Santa Marta - Colombia)

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