sábado, 15 de marzo de 2025


Podrá sonar muy fuerte el término asesinato, pero a diferencia del homicidio, el primero se hace con la intención y el segundo por imprudencia, desconocimiento o sin la intención; de todos modos, ambos se consideran un delito.

 

Colombia está siendo asesinada tripartitamente al mismo tiempo con la omisión y participación de su población y la acción directa de sus asesinos ejecutantes, una teoría que se evidencia al analizar los siguientes tres casos:

 

El primer asesinato se lo están haciendo a la fuerza pública, la soberanía colombiana y la integridad de los hombres y mujeres que protegen al país; ellos son secuestrados, asesinados con artefactos explosivos, humillados, ultrajados y ofendidos por los grupos al margen de la ley como el ELN y las FARC con la anuencia del gobierno nacional, en cabeza de su comandante supremo y presidente, por ser permisivo, indolente e indiferente a la problemática nacional.

 

Su ceguera permanente y animadversión hacia los soldados y policías de Colombia y la complacencia con el accionar de los grupos terroristas han permitido que regrese con más fuerza el reclutamiento de menores, los actos terroristas en el campo, el secuestro extorsivo, el boleteo, el crecimiento de los grupos armados ilegales y disminuya la seguridad del país, todo lo anterior con el agravante del nombramiento de un ministro como Velázquez que les redujo el presupuesto, permitió el déficit de cien mil efectivos y casi paralizó la logística y movilidad de las tropas, eso sin mencionar la displicencia de Gustavo Petro hacia ellos.  

 

El segundo asesinato se lo hacen a la democracia, incluyendo la constitución política, unas elecciones presidenciales amañadas e investigadas con un alto porcentaje de viabilidad corrupta, un presidente amenazando al pueblo para que se enfrente en las calles desde que llegó al mandato, una indisposición e irrespeto a la separación de poderes y el llamado berrinchudo, igual que Santos Calderón, al pueblo a una consulta popular para lograr sus propósitos; son entre muchas otras acciones las que el gobierno hace para lesionar con intención a los colombianos.

 

El tercero y peor de los asesinatos es mantener al pueblo colombiano bajo la evidente violencia que los aqueja todos los días, engañarlos con promesas falsas, lucrándose  con el dinero de los impuestos, la continua corrupción y no permitir que el país avance hacia un norte seguro. Gobierno tras gobierno, hacen lo imposible para llegar al poder y salir fortalecidos en su identidad política, logrando sus intenciones transitorias partidistas, económicas y, lógicamente, dejando al país más lesionado que cuando llegaron; así el siguiente gobierno buscará repetir la historia.

 

¿Cuándo dejaremos de ser asesinados? ¿Cuándo saldremos del pésimo sistema que nos administra? Pensaría que jamás, si no entramos en la razón de que somos los colombianos los que escogemos a nuestro siguiente asesino.

 

 “El camino puede ser difícil, pero con tu ayuda lo podemos lograr”. “Soy ciudadano”.

  


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