
Para colocar el contexto histórico de ese año, el Ejercito estaba organizado en los niveles tácticos con pelotones (c/u de 40 hombres) compañías (c/u de 5 pelotones) batallones (c/u de 6 Compañías) y en el nivel estratégico, se encontraban las Brigadas que oscilaban entre 5 o 10 batallones, la división en la que fui asignado tenía 5 brigadas (1 en Tunja, 5 en Bucaramanga, 14 en Puerto Berrio, 16 en Yopal y 18 en Arauca), en el nivel superior solo quedaba el Comando del Ejército; quiere decir que una cuarta parte del país pertenecía a esta Unidad Militar, apenas en diciembre de 1995 se estaba organizando la Quinta División con sede en Santafé de Bogotá.
El nivel de responsabilidad era tal alto, que los comandantes de estas unidades superiores tenían el grado de Mayor General, aquí conocí a un hombre autodidacta, el Mg. Manuel José Bonett Locarno (q.e.p.d.), quien en pocos días le entregaría el cargo al Mg. Ricardo Emilio Cifuentes Ordóñez (q.e.p.d.), ya me había cruzado en años pasados con esta excelente persona y militar en el Comando de la Décima Primera Brigada en Montería, pero su nombramiento duraría escasamente 30 días por qué el 27 de enero del 96 renuncio inconforme cuando el Ministro de Defensa Botero Zea aceptaba en público que el Presidente Samper si sabía del ingreso de dineros del narcotráfico en su campaña política.
Su inconformismo y el de otros militares fueron consideradas como “el ruido de sables”, manifestación pública que lo llevo a renunciar, fue casi uno de los últimos generales que conocí que antepuso su honor de militar por encima de los intereses del gobierno de turno, curiosamente a los pocos días le asesinaron a su hijo que acababa de terminar medicina, nunca supe si la muerte del joven fue por la honrosa posición del General, una retaliación del ELN o un caso fortuito, lo único cierto es que fue una grave lesión en la vida de una familia honesta.
Como esta unidad militar era tan importante, con el retiro del General Cifuentes fue asignado de la Cuarta División a la Segunda División el Mayor General Rafael Hernández López, en su momento uno de los más antiguos y con un historial de resultados operacionales bastante alto, su llegada generó para mi vida militar un sinnúmero de hechos trascendentales.
Apenas llevaba dos meses en Bucaramanga cuando me habían solicitado un nuevo traslado para enviarme a Villavicencio, toda vez que al Capitán de Comunicaciones y ayudante del General deseaban cambiarlo por mí, no consultaron y mucho menos verificaron correctamente los documentos de personal, pero acababa de mover mi trasteo, a mi esposa y a mi recién nacida hija a Bucaramanga; gracias a Dios, que por lo menos me permitieron hablar con el General Harold Bedoya Pizarro (q.e.p.d.) Comandante del Ejército quien generó la orden de continuar en el lugar, ya empezaba a sentir el efecto de las intrigas y las conveniencias de unos pocos.
Esa contraorden, me puso en el ojo de huracán, pues se supone que debí obedecer ciegamente, pero no fue así, tenía entonces que esforzarme con mayor ahincó a cumplir mis tres cargos, cualquier cosa se podría convertir en una oportunidad para una sanción o mi relevo del lugar, como quien dice no podía dar papaya, apenas estrenaba el nuevo grado y un hogar estaba formándose.

Una de las grandes preocupaciones y de paso uno de los esfuerzos realizados por que afectaba el desarrollo operacional de todo el Ejército, fue actuar rápidamente por causa de la perdida y robo del material de comunicaciones con seguridad de voz por medio del cual se comunicaban las tropas, a finales del año habíamos perdido 59 radios en su mayoría en combates con la guerrilla y en otros eventos administrativos, eso obligó medidas contundentes y rápidas al respecto, la vida de los hombres se ponía en riesgo cada vez que esto ocurría.
Recuerdo como si fuera ayer, que el General Hernández autorizó un helicóptero a mi disposición por 8 días continuos para desplazarme a todos los sitios necesarios para reprogramar los radios de seguridad de voz, con el fin de inyectarles nuevos parámetros aislando así los radios robados por las guerrillas de las FARC o ELN; con el agravante que esta Unidad Militar mantiene la seguridad sobre la frontera con el vecino país de Venezuela.
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helicóptero del incidente |
En esta dispendiosa misión, se generó un error de orientación y coordenadas del piloto al salir de Cúcuta hacia la base de Orú Norte de Santander, donde por pocos centímetros casi aterrizamos en una base militar de Venezuela; alcanzó el piloto a maniobrar ya en finales cuando vimos que la bandera se movió y tenía estrellas, levantó nuevamente el helicóptero y retornamos a Colombia, situación que generó el paso posterior de dos aviones de combate de Venezuela sobre el área fronteriza, otra historia estaríamos contando con mi compañero y amigos el Teniente Hugo Daniel Córdoba Lozada si hubiésemos aterrizado.
El tema de los Derechos Humanos tomaba mucha relevancia en el contexto militar, por eso me encargaron liderar un seminario sobre el tema con la participación de la Cruz Roja Internacional, el Ministerio de Defensa y el CICR para nuestros oficiales y suboficiales de las unidades orgánicas.
Año de mucha intensidad, fui enviado a realizar un curso sobre el manejo de combustibles de aviación en el Comando Aéreo de Transporte Militar CATAM, seminarios de actualización en comunicaciones en Bogotá y para cerrar el ciclo académico fui seleccionado para viajar a los Estados Unidos a la universidad de Motorola y la firma Trancrypt para aprender sobre el funcionamiento y manejo de la seguridad de los radios que adquiría el Ejército Nacional.
Mientras lo profesional avanzaba, la vida familiar también, el trabajo se sopesaba con la llegada a casa a darle la papilla a mi hija en los momentos que se podían, mucho trabajo, mucho esfuerzo y lo que avizoraba como un posible año difícil se había convertido en un tiempo de mucho aprendizaje, experiencia y respaldo militar que agradezco a Dios y al General Hernández que me dio todos los apoyos pertinentes para lograr la tarea asignada, y eso, que apenas lograba pasar mi primer año en el grado de Capitán…que matices e intensidad tiene la carrera de las armas.
Excelente . Y ahora queremos más .
ResponderEliminarNo entendí el mensaje, jajajaj
Eliminar👍👍👍👍👍👍
ResponderEliminarGracias
EliminarHemos argumentado que un oficial debe ser un directivo polifacético y multifuncional. Razón por la cual debe recibir mucha capacitación. Que, en lo que más sea posible, debe ser desde la escuela básica. No ya sobre la marcha del desempeño profesional cuando, al tiempo que debe cumplir muchas tareas y responder por muchas cosas, también debe estudiar. De esa forma se reduce la eficiencia. Además de incrementar la posibilidad de cometer errores. No solo en costosos sino peligrosos. La profesión militar cada día es más científica, académica y cultural.
ResponderEliminarPor ello, después de jubilados, resultan ser muy patos para el campo empresarial. Como, por ejemplo, la logística del Grupo Empresarial del Estado. Que cuenta con unos veinte mil empleados. O la industria de la Seguridad Privada. Con más de 240 mil plazas laborales y dinamiza la economía nacional en más de 3 billones de pesos al año.
Excelente percepción y comentario, gracias
EliminarConocí de cerca al General Boney, excelente hombre. Y Ricardo Emilio Cifuentes, un gran militar, gran persona y ser humano. Fui amigo personal y estuve 2 veces de visita en su bonita casa de Duitama. Con él,su esposa y su otro hijo y en Compañía de otro amigo común, pasamos una deliciosa semana santa en un Resort en Santa Marta. Fue muy duro para el General Cifuentes la muerte de su hijo que tal vez nunca pudo superar y que al final esa perdida, le provocaría el cáncer. Para sus amigos,Su muerte fue una lamentable pérdida.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo, el General Cifuentes fue un gran hombre y militar en lo que yo conocí, gracias por su lectura y comentario
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