domingo, 7 de febrero de 2021

derechos de autor
Entender por qué un hombre actúa como una bestia o fiera aprovechándose de una mujer para lograr
 un acto sexual, sin su consentimiento es algo inexplicable, sobre todo cuando ni siquiera la conoce, le importa el respeto al ser humano, su situación personal o familiar y mucho menos la edad de una joven de 19 años. 

Este interrogante sería bueno investigarlo a profundidad si se parte de la premisa que al hombre lo concibe una mujer, lo pare una mujer, lo amamanta una mujer y lo educa una mujer, entonces ¿Dónde
se rompe el cordón umbilical de la filiación respetuosa entre un género y el otro?
 

En dialogo reservado con una madre y su hija de 19 años, conocí de primera mano la historia de una de tantas realidades que afecta a muchas mujeres y niñas en Colombia, el abuso sexual, también conocido como el acto de tener relaciones sexuales, con una persona sin la aprobación o consentimiento de la misma sin importar si es hombre o mujer. 

Este hecho, pone a prueba de inmediato las capacidades y respuesta inmediata de muchas organizaciones del sistema social y gubernamental, de cualquier parte del país, en este caso fue en Ibagué Tolima, donde sucedieron los hechos motivadores para elaborar este artículo. 

Por un lado la salud, que compromete a médicos, enfermeras, sicólogos, para actuar de manera oportuna con relación a una buena atención a la paciente frustrada, que debe ser medicada para evitar un embarazo, sida o enfermedades venéreas entre otras. 

La justicia, que vincula de inmediato a la Policía, abogados, Cuerpo Técnico de Investigación y  jueces que deben representar a las personas de bajos recursos entre otras la Defensoría del Pueblo. 

La administración municipal, el Concejo, veedurías ciudadanas, juntas de acción comunal y de paso a los representantes a la cámara y senadores del departamento, que de una u otra forma, con la gobernación deberían analizar las tantas denuncias por este delito que se presentan mensualmente, cuántos procesos prosperan y cuántos se vencen por términos y de allí, actuar de manera mancomunada para abordar el tema y actuar con políticas contundentes para la prevención de estos hechos lamentables que afectan a la sociedad. 

Por último la educación, este compromiso fundamental lesionado a diario con la pérdida de las bases morales de una sociedad, que cada día avanza positivamente en libertades pero se pierde brutalmente en las responsabilidades comunitarias basadas en el respeto al ser humano. 

En este hecho, pude comprender la importancia de la solidez familiar, como célula básica en la que se debería regir el comportamiento de la sociedad, allí se logra una estabilidad o inestabilidad de las siguientes generaciones que continúan los ciclos inevitables de la vida. 

Lo cierto es, que en este caso una joven confió en una supuesta amiga del trabajo, que la invitó a una reunión en su casa, en recientes momentos de pandemia y al sentirse afectada por los tragos se fue a descansar a la habitación de su amiga y allí, presuntamente bajo la indiferencia o aprobación de todos los presentes, un hombre ingresó a la habitación y se aprovechó de la joven abusándola sexualmente, hecho que posteriormente tuvo como agravante el escarnio público y la falta de solidaridad de sus compañeros por temor a ser despedidos del trabajo, dejando a la joven como siempre sola en su infortunio. 

Aquí, destaco el valor de la mujer de 19 años de denunciar ante las autoridades competentes y luego contarme su tristeza de estos hechos violentos, toda vez que pocas mujeres y hombres tienen el valor para hacerlo, probablemente algunos criticaran la actitud de la joven al confiar y salir de casa en tiempos de pandemia, pero ningún argumento puede aprobar semejante atropello a la dignidad humana. 

Es importante, tomar el tema con mucha seriedad, orientar a nuestros hijos y recordarle las enseñanzas de mi abuelo “siempre que vayan a tomar guarden dinero para un taxi de regreso a casa, no se queden en casa ajena desconocida y cuando sientan que el trago les entra de reversa es el tiempo de parar” ojala los jóvenes de hoy aplicaran esas sabias palabras de los viejos de antaño. 

Porque cualquier día, así como a la madre de la joven le sonó el teléfono y estando su hija en el hospital las palabras fueron “ven a ayudarme, creo que fui volada anoche” ¿Qué madre no se preocupa, asusta, le impacta y se sensibiliza frente a tal noticia de una hija, que podría ser la suya? 

 “El camino puede ser difícil, pero con su ayuda lo podemos lograr” (Soy Ciudadano) 


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