Lagrimas del alma

Al mirar tantos hechos que nos aquejan como seres humanos y la impotencia de poder ayudar a cambiar en algo el atropellado mundo que hemos creado, por causa de nuestra ignorancia e indiferencia, además de la falta de sentido humano, me dirijo a usted amigo lector para expresarle las lágrimas de mi alma comparando lo que somos y lo que podríamos ser.

Nos mantenemos frente a una violencia silenciosa, hacia la niñez, la mujer, el desvalido, la pobreza, el enfermo, los ancianos, que en la cotidianidad de nuestra urgencia por ir aquí o allá, dejamos pasar desapercibido tantos factores de la humanidad, que cada día somos menos alegres y menos humanos, ya parecemos maquinas atrapadas como en las películas, donde el sentimiento ya casi no existe.

Pienso que de verdad el planeta no es nuestro y que somos verdaderamente unos impostores, los animales y las plantas son más civilizados que nosotros, ellos no matan por placer, ni humillan y mucho menos hacen bulín social para menospreciar a las personas que están a nuestro alrededor, esos reinos nos permiten vivir y nosotros los desperdiciamos menospreciándolos como basura.

Nos olvidamos de vivir, las religiones dicen que nuestra principal misión en el planeta es ser felices, vivir tranquilos para morir en paz, sin embargo nos dejamos deslumbrar por lo efímero, lo trivial, explotándonos unos a otros construyendo cada día una violencia del que dirán, del cuanto tienes y cuanto vales, olvidando aquello que nos hacía felices, la sencillez, la nobleza, el respeto, la educación, el amor patrio, la naturaleza y lo más importante la familia y la amistad.

Hoy el mundo nos llama a la reflexión, las lágrimas del dolor nos deben hacer recapacitar para iniciar un proceso de cambio, para volver a ser humanos, para actuar con sensatez frente al mundo donde queremos envejecer, donde pretendemos que nuestros nietos vivan y lo mejor aún, donde aspiramos fallecer en paz.

Si no lo hacemos a tiempo, cada día encontraremos un desbordante caos social, donde seremos explotados en la esclavitud del sistema, que nos lleva sin darnos cuenta a sentir lagrimas del alma por cada error humano que comentemos, aprendamos de los grandes maestros, construyamos torres ya no de babel pero si de sentimientos puros que nos lleven a la verdadera razón de ser, humanos con corazón construyendo un mundo mejor, para no tener que derramar, lágrimas del alma.

“El camino puede ser difícil pero con tu ayuda lo podemos lograr”