lunes, 12 de octubre de 2020

Todo había terminado en el año anterior, regresé a mi país, las decisiones de vida no estaban en mis manos, sino en las de los que decidieron por mí, ya todo estaba definido, la carrera había terminado, pocos saben o quizás muchos, pero esta es una carrera con inicio y con fin. 

Y en Colombia sí que es evidente, un día es soldado y al otro día ya no, todo se transforma, para entrar a la guardia donde antes lo saludaban con respeto, ya casi no lo dejan entrar, lo miran distinto, le preguntan si es activo o retirado, “eso sí lo dejan seguir y si no te la montan en la entrada”. 

Para esa población que le decían héroe, ya uno no es nada, lo digo porque la profesión no es afín para casi ningún trabajo, por edad ya uno está casi fuera del tiempo, los títulos y especialidades lo único que sirven es para vigilancia por más que tenga maestría, en fin, aunque no lo crean no es sencillo, “fuiste útil y ahora parece que ya no”. 

Así mismo, mucho menos, pasar de tener el uniforme puesto 30 años y un día dejar de usarlo, tener un ritmo de vida, de traslados, de experiencias y cualquier día quedarse quieto y preguntarse y ahora que voy a hacer, por eso, “si tienes una experticia puedes ponerla a tu disposición, pero, de lo contario debe arrancar de cero”, y para muchísimos militares esa etapa no es sencilla, en mi caso he dicho que estoy en la tercera etapa de mi vida, la primera desde que nací hasta los 18 años, la segunda cuando ingresé al Ejército y la tercera a partir del retiro al recobrar mi estado de ciudadano deliberante. 

Solo me quedaba ir a la Caja de Retiro de las Fuerzas Militares y presentarme para que ellos me  liquidaran y a partir de allí, me cancelaran mis haberes mes tras mes, ahora soy parte de la Reserva de Colombia, no soy pensionado porque pertenezco a un régimen especial que designa la constitución en su artículo 217 y de acuerdo a la ley, hasta los 60 años debes estar preparado para ser nuevamente llamado al servicio y conformar la Reserva Activa si el presidente lo considera necesario para proteger el Estado. 

Todo el año 2015, me la pasé pidiéndole al Señor una nueva oportunidad de vida, que me orientara y me ayudara a comprender lo que venía ahora, la vida cambiaría 180 grados y eso la sociedad en que vivimos no lo comprende, considero que Dios y la Virgen me escucharon y trazaron una nueva línea de vida, no se imaginan los designios de Dios como son. 

Consideré prudente, en mi salida presentar mi gratitud al pueblo de Colombia, ese pueblo que me había brindado la oportunidad de conocerlo y vivirlo y le hice una carta al Presidente Juan Manuel Santos como Comandante Supremo de las Fuerzas Militares denominada “Carta a Colombia”, para que en los medios oficiales la publicara y comprendieran mi gratitud, pero como todo lo que llega a esos estrados no le ponen atención, claro, para él, fue más importante tenderle la mano a los guerrilleros y terroristas de las FARC, que a un Coronel agradecido con el país, sin embargo aquí tengo la oportunidad de compartirla. 

Carta a Colombia 

Al finalizar con orgullo y alegría mi carrera como militar, la cual inicié desde el año de 1986 y luego de 30 años de portar en mi gorra el glorioso escudo de mi patria que representa a hombres y mujeres, niños y niñas, riquezas y tradiciones, leyes y costumbres, deseo dirigirme a ustedes para agradecer de corazón la oportunidad que me brindaron de llevar las armas legitimas del Estado, como soldado bajo el lema Patria, Honor, Lealtad. 

Gracias a este maravilloso país y a los dignos ciudadanos que lo conforman, un ser humano del pueblo como yo, pudo hacer que el sueño de un niño se convirtiera en realidad, permitiéndome transitar por 31 de los 32 departamentos, apreciar la belleza de nuestros dos océanos, degustar la variada gastronomía, enamorarme de su especial geografía y ni que decir de las estupendas personas que con su identidad marcada le dan un sello de autenticidad a nuestras 5 regiones. 

Considero que, como soldado, no puedo retornar a mi estatus de ciudadano sin antes dar las gracias a todos y cada uno de los integrantes de esta extraordinaria patria, y menos sin recordarles que gracias a ustedes existe la institución a la cual pertenecí durante estos 30 años de vida denominada Ejército Nacional. 

Pido de manera respetuosa, honrar a los hombres y mujeres que a través de la historia han ofrendado sus vidas para darnos la oportunidad de ser un país democrático, libre por naturaleza que busca en el presente un futuro para el mañana, y que cada acción que realicemos sea la oportunidad para la construcción de las siguientes generaciones con las que tenemos un compromiso ineludible en el tiempo y en el espacio. 

Agradezco a Dios todopoderoso y elevo una plegaria para que nos acompañe y permita nuevas oportunidades de participación y compromiso social que conduzcan al país hacia un liderazgo integral, constructivo y soberano, y a los militares y policías que continúan, además de mis agradecimientos, recordarles el compromiso que se obtiene cada vez que se jura a la bandera, la defensa y la seguridad del pueblo colombiano. 

Con humildad y respeto de soldado y ciudadano de esta amada Colombia. 

Así se inicia una nueva etapa de la vida, por todos aquellos hombres y mujeres como yo, que luego de considerar la carrera de las armas como único elemento de vida, donde dejamos la juventud, los  sueños e ilusiones, atravesando con sufrimientos y también alegrías en la inclemente historia violenta que nos tocó vivir, ahora entramos en el mundo de la democracia participativa, para seguir defendiendo con vocación las convicciones que un día nos llevaron a jurar defender nuestra bandera bajo en el camino de confianza que mostrara la voluntad divina. 

“El camino puede ser difícil, pero con tu ayuda lo podemos lograr” (Soy Ciudadano)


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En agradecimiento

Virgen de la Milgrosa -
Cerro El Cundí
(Santa Marta - Colombia)

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