Paz, paz y más paz… Desde mi punto de vista; que ironía que los violentos, guerrilleros, exguerrilleros, paracos y corruptos, le hablen públicamente al país de un tema de fondo y no de forma, especialmente con la propuesta de “paz total” que maneja Gustavo Petro, uno de los que fomenta la guerra, división e inconformismo con sus propuestas, imagen y discursos.
La paz; el
artículo 22 de la constitución del 91 expresa el tema, “como un derecho y un
deber de obligatorio cumplimiento” exigido por el pueblo de Colombia en el preámbulo
del mismo documento rector para la nación.
Equivocado
todo aquel que piense que la paz llega por acción directa de un gobierno y peor
aún de la mano de Petro, por una política transitoria o una bandera de campaña,
la paz es un tema que involucra al ciudadano más viejo y al embrión que está en
el vientre de su madre.
Para entender
el tema, debemos comprender tres ejes fundamentales, el primero la seguridad,
esa que se entiende como la ausencia de peligro o riesgo permanente, que nos
hace sentir intranquilos e inseguros por causa de las amenazas que representan
las FARC, el ELN, las disidencias, el narcotráfico y entre otros el M19, que
toma fuerza gracias al presidente desde el momento que sacó la bandera debajo
del colchón para mostrarla en una alocución.
Colombia transita
permanentemente sobre la inseguridad y este gobierno con su cuento de la “paz
total” ha sido permisivo, indolente e indiferente en este tema.
Como consecuencia
del primero está el segundo eje, el poco respaldo y fortalecimiento que recibe la
fuerza pública (artículos 216 y 217 de la CPN) mediante una política
responsable del comandante supremo de ellas, la debilidad en este tema, permite
el incremento de la violencia, el aumento de los grupos guerrilleros y la
retoma de la extorsión, secuestro, boleteo y lo peor, el ingreso de niños y
niñas al interior de esos grupos guerrilleros.
La supuesta
“paz total” que se supone busca la justicia social, cambia el servicio militar
obligatorio por servicio social para la paz, deja sin herramientas a los
militares y policías a la hora de enfrentar el delito, pero le permite a los
alzados en armas actuar con atentados terroristas como el reciente en Arauca recordándonos
que la amenaza está presente en todo el país, esa política socava cada día la
seguridad y la soberanía.
Por último,
la economía, desde que llegó Gustavo Petro este eje sufre todos los días una
inestabilidad peligrosa, que obliga a los poderosos a proteger sus recursos
fuera del país, genera desempleo, carestía, desabastecimiento y zozobra general,
por ende permite el aumento de todos los indicadores de inestabilidad que
pueden sufrir los colombianos.
Si la economía
se debilita se incrementa la inseguridad, si no contamos con una fuerza pública
empoderada, autónoma y sólida, se incrementa la inseguridad y no se reducirán las
amenazas que nos afectan, colocando por naturaleza directa y descarte al tema de
la paz en una simple falacia política engañosa que seguirá siendo una utopía
nacional, convirtiendo al presidente en un enemigo de la “paz total” y retornando
al país al concepto de un posible estado inviable.
“El camino puede ser difícil, pero con su ayuda lo podemos lograr” “Soy Ciudadano”
Tengo que decirlo, No me gusta la palabra "guerrillero" y creo que debemos usar la palabra"narco-criminal" esta es más ajustada a la semántica ,sintética y fonológica, contextual y política de la cuestión que nos ocupa aquí, como es el deslegitimado Petro. Decirle Guerrillero o guerrilla es legitimar desde el punto de vista político su accionar criminal,su existencia y su lucha alevosa contra las instituciones y el orden como se desprende del contrato como lo conocemos.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, lo tendré en cuenta muy amable
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