
La indiferencia electoral de muchos, entrará en competencia con las grandes maquinarias políticas y en el mismo juego, entrarán todos aquellos que asuman el papel del voto de conciencia, imprimiendo de esta manera una radiografía responsable o irresponsable e imborrable de lo que se haya decidido.
Los salientes dejaran en sus informes todo lo bueno y todo lo malo de sus ejecutorias y en la mente del crítico quizás será más lo negativo que lo positivo, para los estudiosos y analistas, probablemente el diagnóstico será diferente, pero la realidad será inocultable, si se cumplió o no lo prometido en los planes de gobierno trazados para el cuatrienio que termina.
El mapa de Colombia se vestirá de colores, las gobernaciones, alcaldías, asambleas, concejos y ediles mostrarán con claridad cómo se organizó el país de acuerdo a su ideología política para avanzar en el tiempo, sus decisiones se reflejarán nuevamente en un manto de dudas o en el camino lógico del progreso entre la izquierda, la derecha y el centro.
Hemos tenido suficiente tiempo para tomar una decisión, candidatos, campañas, propuestas, publicidad, debates, entrevistas, recorridos, vallas, volantes, correrías y muchas promesas son entre otras, el mar de opciones que se colocaron sobre el tapete, si la decisión es la correcta no tenemos nada que temer, pero si la decisión es incorrecta tendremos mucho para cuestionar.
Lo único cierto, es que de acuerdo al calendario electoral este 27 de octubre nos llegó la hora de la verdad, somos los colombianos los que elegimos, los que decidimos y si lo hacemos bien o mal debemos ser conscientes que solo a nosotros nos afectará el resultado, es por ello que a las urnas debemos asistir con la convicción de tomar una buena decisión.
Y una última reflexión, antes de votar, mira hacia ambos lados, hacia arriba y hacia abajo y después no digas que no había puntos de reflexión.
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