jueves, 6 de febrero de 2020


Para administrar un hospital, se necesita una persona con bases en la medicina, para volar un avión a un piloto, un barco un capitán, para dirigir una facultad de una universidad un docente, para construir un edificio arquitectos, para la religión católica ser sacerdote y para liderar las Fuerzas Armadas de Colombia se necesitan oficiales formados para tal propósito.

Fue así, al finalizar el año 87 logramos el grado de Alférez, el primer grado que se obtiene en la carrera de oficial, ya está cerca la primera estrella, que para la época se lograba en tres años de entrenamiento, como quien dice entrabamos a la recta final.

Todo el año sería dedicado además de temas de la experticia militar a lo más importante, el mando, al arte de mandar; allí aprendí algo fundamental “si quieres mandar lo primero que debes hacer es obedecer” o como dice la oración a la milicia “aquí la más principal hazaña es obedecer y el modo como ha de ser, es ni pedir ni rehusar”; recomiendo buscar esta bella oración, allí está condensado mucho de lo que somos.

Mandar no es fácil, como muchos lo pintan, debes tener un poco de sicólogo, sacerdote, papá, amigo, líder, sociólogo, medico, abogado, confidente, humanista, nutricionista, deportista y fuera de eso comandante, todo para liderar un puñado de seres humanos que te llegarán de la sociedad y puedan ver en ti a ese hombre que los llevará a la victoria o a la derrota, con quien se sentirán a gusto o disgusto, confiados o desconfiados, de todos modos marcarás sus vidas.


Antes de avanzar debo recordarle a mis lectores, que en Colombia la idiosincrasia cambia por regiones, no es lo mismo manejar soldados chocoanos a costeños, paisas o pastusos, tolimenses o llaneros, bueno eso lo fui entendiendo poco a poco en el avance de mi carrera y el trato con ellos.

Ese año me pareció más interesante, primero porque sé dividió en dos, la mitad realizando la fase de mando con una escuadra de cadetes, en mí caso en la Compañía Nariño liderada por mi Capitán Pedro Montaña Meza; fue mi primera experiencia de mando, los servicios de Escuela (alférez de escuela, relevante, control, comandante de guardia, sanidad, ametralladora) que permitían enfrentarte a muchos estudiantes para comandar, aprender y corregir, mejor dicho a mandar mar….jejeje.

La otra parte del año, fue realizando cursos especiales como el de Contraguerrillas rural en el Fuerte Militar de Tolemaida, Inteligencia y Contrainteligencia, Especialización de Comunicaciones y el curso de Orientación de Armas para Cadetes en la Escuela de las Américas en los Estados Unidos.

Sección Logística 1988
Hablemos un poco de lo anterior, Contraguerrillas, importante, debíamos aprender a patrullar y combatir las hordas nefastas de humanos desorientados que acababan con el país; la Inteligencia y la Contrainteligencia, por que debes aprender a ser analítico y a protegerte; las Comunicaciones mi especialidad, para la fecha, no pude ser de Infantería por dificultades de visión, me dijeron en junta médica “O la logística, o para la calle” no tuve más remedio que aceptar por mi amor a la carrera, pero luego entendería que esta especialidad seria el pilar para garantizar el Comando, Control, Comunicaciones y la Coordinación, la Inteligencia e Información y la Seguridad (C4I2S) de tan gloriosa institución, que orgullo.

En Estados Unidos…vaya experiencia, ese si es un Ejército poderoso y yo, lo estaba conociendo, una doctrina diferente, una extraordinaria logística, allí se ve la logística y de eso aprendí, no como dicen algunos medios y gente inescrupulosa que allí lo entrenan a uno para matar o para ser bárbaro, eso es falso, jamás los cadetes han viajado a eso, por el contrario se va a conocer sobre doctrina regular de avanzada cosa que aquí en Colombia muy poco sabemos por el conflicto y se va a descubrir cómo se cumple una misión de Seguridad y Defensa de orden mundial.

Les confieso que fue mi primer viaje en avión, en uno militar, no estaban habilitadas las ventanillas y fue casi frustrante no ver la belleza de volar, atrás había unas sin sillas donde se podía ver hacia afuera, pero mi Capitán Hurtado Olaya no nos dejaba ver por allí. Que alegría, yo, el primer integrante de mi familia que tenía una Visa Americana y viaja al norte del continente.

Claro el mando es bonito, pero trae consigo unos factores que pocos comprenden, el peso de la decisión, la responsabilidad y lo peor, lo que llamamos la soledad del mando, si lo haces bien te puedes meter en líos y si lo haces mal también, siempre habrá una parte de la organización o el sistema que no esté de acuerdo, sin embargo te toca tomar las decisiones, para eso te formaron.

Un año pasa volando, y este mucho más, ya en diciembre el Presidente de la República firmaría el decreto de ascenso No 2430 del 24 de noviembre de 1988 donde se nos otorgó el grado de Subteniente, acto que definía lo que iríamos a ser, Oficiales del Ejército colombiano; de los 605 aspirantes solo nos graduamos 413 para la fecha se habían quedado en la trayectoria 192 aspirantes, una tercera parte se fue por diversas situaciones que se presentaron en tan largo camino, por ejemplo: respeto, faltas contra la moral, perdida de materias, falta de espíritu militar, responsabilidad, sanidad, puntualidad, indisciplina, deshonestidad y aspectos de fuerza mayor entre otros.

En ese año, mi padre biológico y su madre de adopción, pudieron ir por primera vez al instituto de mi formación para mi ascenso, lindo recuerdo de ese momento, cantábamos con la bandera de Colombia el Himno a la Escuela Militar, todos fuimos asignados hacia diferentes partes del país, muchos jamás volveríamos a vernos, la etapa había terminado, a partir del momento empezaría nuestro propio destino, lo que sembráramos eso recogeríamos.

Abrazos, saludos, llanto, desearnos éxitos, coordinaciones e intenciones de volver a vernos en alguna otra oportunidad eran las palabras entre los que salíamos de la promoción cuyo nombre es “Curso 450 años de la Fundación de Santa Fe de Bogotá” en honor a la Capital de la República.

Adiós Escuela querida, adiós a las hojaldras, al roscón del refrigerio, a la etapa del Alférez, a las filas para poder llamar por teléfono, al volteo a toda hora, a las frías aulas, la boleta de salida, la guardia de campaña, los compañeros, a la Chicaaaa la que nos vendía chocolatinas, al Alférez sin cabeza, a los peluqueros y a toda aquella hermosa experiencia y gente que contribuyo para que nosotros lográramos el objetivo, solo quedaba ponernos en manos de Dios y dar mil y mil gracias a todo aquel que contribuyo en nuestra formación, “adiós Escuela Militar” te llevaremos en el corazón.

“El camino puede ser difícil, pero con su ayuda lo podemos lograr” (Soy Ciudadano)

12 comentarios:

  1. Excelente articulo, mis felicitaciones, me tomé el atrevimiento de replicarlo. Lo felicito muy bien recogida y comentada esa bella y difícil experiencia en la vida militar.

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  2. Leer es recordar ese bello tiempo, se madrugadas, transnochos, turnos excelente

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    1. Totalmente de acuerdo, recordar es vivir y dejar huella sobre nuestra vida es demostrar que la vida militar no es como la piensan.

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  3. Son infinitos los recuerdos y vivencias internas y externas del alma Mater. Gracias querido amigo y hermano de armas por traer bellos recuerdos. Por siempre un soldado...

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    1. Gracias al señor y a la virgen que me acompañan, me guían y orientan, gracias a ustedes por ser una parte del camino de la vida y gracias al pueblo de Colombia por darme la oportunidad de compartir con ellos.

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  4. Gracias por todos esos recuerdos. Soldados por siempre.

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  5. Soldado una vez, soldado toda una vida. Felicitaciones Carlos.

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  6. Ser oficial en Colombia es un honor que cuesta,los cursos son complicados, se requiere mucho valor y constancia. Felicidades

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    1. muchas gracias por tu comentario, estoy de acuerdo que honor es ser militar.

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Virgen de la Milgrosa -
Cerro El Cundí
(Santa Marta - Colombia)

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