sábado, 22 de febrero de 2020


Caminar por la historia en ésta época es aún más interesante y reflexiva, las lindas ceremonias de la Escuela Militar se habían acabado, ningún Presidente o General iría para la época a una ceremonia, ya no mandarás más a cadetes, por el contrario, llegué a la realidad, había pasado de tener la antigüedad del Alférez a ser un Subteniente recluta…, cómo quién dice nadie; y en esa época sí que peor, pues decían “un Subteniente es un alférez con reloj” me disculparán los actuales Subtenientes.

Situación que era entendible, llegar a la realidad, significó trabajar con personas que no compartirían mis propias convicciones y valores, trabajaría con soldados que en su mayoría estaban o por obligación (servicio militar obligatorio) o por necesidad de una libreta militar para trabajar, muchos recogidos en batidas.

Por ser de comunicaciones, antes de ir a mi asignación principal, me tocó los seis primeros meses en Facatativá Cundinamarca, al Batallón Escuela de Comunicaciones denominado hoy como el Cantón de las Comunicaciones Militares, debía capacitarme más para poder cumplir la misión que me sería encomendada, toda vez que se dice “que uno sale de la Escuela con un mar de conocimientos, pero con unos centímetros de profundidad”, era inexperto, ingenuo y definitivamente ávido de experiencia, claro está que, la imprudencia de la juventud lo hace a uno sentirse como un Dios, pero la realidad es que me faltaba muchísimo por vivir.

En la Fuerza Pública, el arma de las comunicaciones demanda de mucha capacitación, debes saber cómo se utilizan un sinnúmero de sistemas, (HF, VHF, UHF, Microondas, Dos metros, Satelital, Telex, el terreno, posicionamiento, entre otros, además del espectro electromagnético, sistemas de energía, redes alámbricas e inalámbricas, criptografía y mantenimiento) todo para aplicarlo tanto en Guerra Regular (utilización de las Fuerzas Militares en conflictos binacionales) como en la Guerra Irregular (conflicto con guerrillas) debes aprender doctrina tanto para las comunicaciones en la Infantería, Artillería o Caballería, toda vez que son diferentes en cada escenario, o hasta las mismas palomas mensajeras que existían para la época.

He allí la razón por la cual mi especialidad, necesitaba mayor capacitación y entrenamiento, porque al ocupar el cargo de Oficial de Comunicaciones de una Unidad Operativa Menor (Brigada, unidad conformada por varios Batallones con más o menos 3000 hombres) es donde se medirá tu conocimiento y experiencia.

Ésta zona del país es de clima frió, y se trabaja con soldados de la región, los Oficiales y Suboficiales todos, tenían la misma especialidad, ahora estaba en el Alma Mater bajo el lema “Ciencia, Dominio y Vigilancia” en donde se aprende a garantizar el Mando y Control por los medios técnicos.

Llegamos a esa guarnición solo 12 nuevos subtenientes, tan solo el 3 % de 413 nuevos oficiales, nos hicieron una bienvenida de nunca olvidar, el Capitán Mueses Chamorro, se encargó del ágape, que incluyó: revista de uniformes, vueltas por la Escuela pidiendo datos a distintas personas, consumo de diferentes bebidas, presentarse ante los antiguos, tomar una copa amarga (copa grande de diferentes licores) sacando la estrella del fondo entre otras y solo para poner a volar su imaginación, les cuento que nos hicieron tirar de cabeza en el lago de los patos, hechos históricos que se consideraban el bautizo de bienvenida, ah viejas tradiciones que las nuevas generaciones jamás vivirán, pero al amanecer siguiente para pasar el guayabo, ahora con equipo y armamento caminando hasta el Cerro Manjui que tiene una altura máxima de 3.068 metros de altura, ¡vaya que bienvenida!

Seis meses pasaron volando y se aprende poco, mis superiores para la época marcarían una nueva realidad del contexto militar, la diferencia entre una y la otra era brutal, ya estaba en la realidad de un Batallón, de allí se fundamentaron otro tipo de bases para mi carrera en el momento y también la realidad de mi presente; hace pocos días me dijo un compañero de Caballería, de manera ofensiva “No hay que hablar de combates escuchados por radio…hay que vivirlos y no excusarse para sacar el…” pobre Pelotú, sigue en la Isla de la Fantasía, su imprudencia no tiene límites, en fin…Dios sabe la verdad.

La primera asignación, fue el Batallón de Servicios No 11 en Montería, Córdoba, otra nueva experiencia, por ser Subteniente no te daban pasajes en avión, todo por tierra es decir en bus y hago esta aclaración simplemente para recordar el temor de caer en los retenes ilegales; allá me tocó trabajar con los soldados del Tercer Contingente del 89, paisas, chocoanos y costeños, que mezcla cultural tan especial, negros; blancos y trigueños todos con costumbres diferentes, historias familiares distintas, casi de la misma clase social, uno que otros de mejores condiciones pero en lo general jóvenes colombianos humildes y pobres tanto como yo, a ellos debía entrenarlos, educarlos y formarlos, ahora me tocaba a mi ser duro y exigente, poner en práctica lo aprendido y adaptarme simultáneamente el régimen interno (actividades del día) Compartido con el Puesto de Mando de la Brigada No 11, el Batallón de Infantería No 33 Junín, el Batallón de Contraguerrillas 11 Cacique Coyara y el Distrito Militar, además las amenazas del momento, las guerrillas colombianas.

Para la fecha, que el grado tenia estrato y un subteniente llegaba a vivir a los Laches, habitaciones prefabricadas de lata, así es, en el casino las zonas estaban divididas, Tunjuelito, los Laches, Chico Alto, Chico Reservado y Casa Loma, (todo rodeado de sacos terreros formando trincheras por los ataques que se recibieron del otro lado del Rio Sinú, mismo que se patrullaba en lancha) expresiones que evocaban barrios de Bogotá, que recuerdos… rápidamente fui nombrado Oficial Ranchero, Comandante de un Pelotón que termino de Compañía, Oficial de Comunicaciones y Presidente de la Comisión de Armamento, ya estaba aprendiendo y adquiriendo antigüedad, además de todos los trabajos anexos al servicio.

Mis compañeros del Batallón de Infantería ya no estaban, su misión fue asignada en el área de operaciones, esa fue su esencia; aunque no lo crean jamás nos volvimos a cruzar, el trabajo para ellos en ese momento fue muy intenso y se desarrollaba en lo que conocíamos como orden público, patrullando o combatiendo la guerrilla y manteniendo la seguridad, una realidad inocultable “la guerra o el combate” lo cierto es que en diciembre del 88 el EPL acaba de asesinar al Teniente Coronel Comandante del Batallón Junín en la apartada Valencia una de las áreas más peligrosas del momento.

Al cumplir mi primer año de oficial, experimente tantas situaciones reales, entre ellas me enamore por segunda vez y esta vez de una montereana, ya no historias contadas en la academia, aquí se vivió la disciplina de otra manera, el entrenamiento de otra forma, una idiosincrasia diferente, están los que se creían más y los que menos, con vocación y sin vocación, héroes y cobardes, vivos y bobos, astutos y los responsables, pero también los irresponsables; aquí empecé a ver que hay honrados y también ladrones, hombres y homosexuales, fumadores, bebedores y consumidores de drogas, en fin… me di cuenta de que esa institución a la que tanto defiendo estaba hecha de seres humanos, todos identificados bajo el mismo uniforme, al fin y al cabo de la misma sociedad.

Cuando apenas iniciaba mi carrera el hombre que me decía “adelante cachorro, de frente Paso de Vencedores” mi abuelo, Guillermo Faustino Martínez Adarraga, ese que cumplió el papel de padre, moriría el 31 de diciembre, se había cumplido por cosas de la vida una expresión personal que utilizaba frente a diversas situaciones de la vida “feliz año nuevo”; quien pensaría que sus palabras tendrían una mirada de premonición. Murió en la víspera del año nuevo.

“El camino puede ser difícil, pero con tu ayuda lo podemos lograr” (Soy Ciudadano)


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