viernes, 28 de febrero de 2020


El suiche (así le decían a los Subtenientes) dejó de ser recluta, ya había pasado un año y esta vez la alegría de ser militar debía continuar, de una compañía de instrucción pasé a ser Comandante de la Compañía de Policía Militar del BASER 11; que bien, ya tenía un poco de antigüedad y las responsabilidades aumentaron ahora en la calle, como por ejemplo: los fines de semana patrullas de control en lugares públicos, bares, discotecas, billares, barrios de zona roja, retenes sobre las vías y escoltas de explosivos a áreas difíciles como Valencia y Tierra Alta en Córdoba, ademas del Bagre Antioquia.

Recepción de explosivos en el aeropuerto, movimientos motorizados que se hacían en saltos vigilados y con seguridad de las vías por parte del Batallón Junín; en ese tiempo a los ganaderos los desalojaban de sus tierras, extorsionaban a la población y la guerrilla hacía retenes ilegales además de generar pánico poblacional; atentados terroristas a los desplazamientos motorizados de tropas en los vehículos verdes del Ejército (no sé, por qué ahora, se les dio por pintarlos de blanco, ¿qué subliminal existirá detrás del color?).

Las compañías de Policía Militar por su entrenamiento, cumplían varias misiones, pero la primera de ellas era ejercer control sobre los propios militares, por lo menos en varios países del mundo, proteger las instalaciones y apoyar el control de localidades si es necesario (control de disturbios de orden urbano).

Ese año, fue bastante especial, nos tocó apoyar el dispositivo de las elecciones patrullando en las áreas de Cerete y Mata de Caña, con énfasis en San Pelayo, para la época se debió apoyar a la Alcaldía llenando sacos terreros para una barrera de protección por la creciente del Rio Sinú. Ya empezaba a sentir la responsabilidad del Ejército en cumplimiento de la misión.

El Ministro de Defensa saliente, General Jaime Guerrero Paz y el entrante, General Oscar Botero Restrepo, nos visitaron, situación que no era muy común por el rango y las responsabilidades que tenían, fueron ellos los últimos militares que ocuparían ese cargo, desempeñado desde el año de 1810.

Fui privilegiado en su momento, estar encargado de la seguridad cercana del Presidente Virgilio Barco Vargas en unión de la Policía Nacional desde su llegada hasta su retorno a Bogotá, fue para mí una experiencia de mucha responsabilidad, situación que marcaba mi vida a mis escasos 21 años.

Año intenso; bueno así debe ser la vida de un Subteniente, intensa, para que aprenda rápidamente y adquiera antigüedad, mucho trabajo y poco descanso; eso permite como decían en la época para que uno no se desmotivara. Púes bien, el señor Mayor Luis Carvajal Lazo oficial B1 de la Brigada 11 me había apoyado para ir a curso de Paracaidista Militar en Apiay Meta, la Cuna de los paracaidistas, que emoción (se decía que un oficial logístico no tenía derecho, pero lo logré), el curso se llamó Capitán Barajas Espitia Fredy 453 en honor de mi Capitán que había muerto en un accidente aéreo.

Debo contarles que es una maravillosa experiencia de vida, no por la forma como me exigieron en la fase de tierra por parte de los tácticos, el Subteniente Arévalo Poveda Rafael, el Sargento Mayor Hernández y el Sargento Segundo Riveros este último nos llamaba a toda hora gallinetas, gurrupletas y piojosas, le fascinaba ponernos a correr a toda hora y en todo momento, situación comprensible, debes fortalecer las piernas y los pies para poder descomponer la caída y no fracturarse las piernas en un salto de paracaidismo militar.

Un día antes del primer salto sufrí de cálculos renales y pensé que no podría saltar, pero Dios es grande y aplazaron la actividad porque no hubo apoyo aéreo del avión. Así que logré realizar los cinco saltos reglamentarios, que experiencia extraordinaria, juro que en el tercer salto al caer lloré como un niño de rodillas recogiendo el paracaídas, porque me acorde de mi abuelo Guillermo, sentí que me estaba viendo y me dio mucha alegría pero también nostalgia, se lo dedique a él, por cierto, les cuento que el silencio en el cielo es inigualable.

Pero la vida de un militar es así y a mi regreso del curso a Montería, me esperaba un traslado. Apenas empezaba a cogerle el gusto a la ciudad y al cargo, ya me tenía que ir; de Montería Córdoba salte al Caquetá, aumenté de número, de la Brigada 11 a la 12, del Batallón de Servicios 11 al 12, jamás había visitado esa tierra, y menos como lo hice, en Bus, de Montería a Santa Marta, de allí a Bogotá e inmediatamente a Florencia, solo daban 5 días de movimiento.

Asustado por que viajaba solo, con la tula verde, los uniformes camuflados, el sable, la gorra y los pocos haberes que tenía como Subteniente, muy preocupado por varias razones, para este año, los delincuentes de las FARC salían mucho sobre la cordillera después de Altamira Huila a hacer retenes y quema de vehículo, las famosas pescas milagrosas estaban de moda, (secuestrar a personas o militares) el paso por los sitios el Caraño y Gabinete sobre la vía Suaza - Florencia se había convertido tan crítico que existía una Compañía de Caballería del Grupo Rincón Quiñonez de Bogotá ubicada estratégicamente sobre la carretera, claro, eso lo supe después de pasar y entender el problema del sector.

Definitivamente cada traslado trae una experiencia y con él un aprendizaje; de la Costa Atlántica, pase rápidamente a la Amazonia, la experiencia que se adquiere conociendo el terreno, la población, la comida, la idiosincrasia y en este departamento aún más, perteneció a los Territorios Nacionales, luego Intendencia del Caquetá y mucho después logro el nivel de Departamento, su evolución dio pie a muchos hechos históricos de violencia, muerte, atentados, narcotráfico, guerrillas y terrorismo del que aún quedan vestigios, llegó a tal punto la situación, que nombraron al señor Mayor General Eddy Alberto Payares Cotes como Gobernador, ya se podrán imaginar el problema de esa zona.

El tiempo se encarga de mostrar la realidad y mucho después supe como funciona el sistema de traslados y la causa de mi movimiento hacia esa ciudad, lo que si sé, fue que cuando me nombraron Oficial de Comunicaciones de la Brigada fueron los sargentos los que me ayudaron a pasar de la teoría a la práctica y agradezco en especial a mi Sargento Viceprimero Jairo Ortiz Guerrero de comunicaciones quien fuera para la época mi principal apoyo.

También fui nombrado Ayudante de Comando, tuve dos jefes diferentes, dos formas de ser distintas y dos Estados Mayores (asesores del comandante) completamente diferentes, aquí la responsabilidad no fue el soldado y el régimen interno, aquí ya estaba en cargos de Comando, control, planeación y Dirección con la minina experiencia para la importancia y responsabilidad del nivel al que había saltado tan rápido, lógico, la especialidad que tenía estaba diseñada para eso; pero como anexo me nombraron comandante de la Compañía de Operaciones Sicológicas y allí vuelve y juega, a aprender de otro tema importante, el trabajo con la comunidad (mal conocida en su tiempo como los del pimpón o los payasos) ah vueltas de la vida.

Florencia, Cartagena del Chaira, Venecia y Larandia fueron entre otros los puestos de mando de tres Batallones de Infantería, uno de Ingenieros, uno de Servicios y uno de Contraguerrillas, fueron entre otras las unidades militares que le asignaron al Coronel Alfonso Arteaga Arteaga y al Coronel Pedro Antonio Chaustre López que contaron con el apoyo de la Fuerza Aérea localizada en Tres Esquinas, esa tierra… la recuerdo con mucho aprecio, todos los días se aprendía algo nuevo.

Nunca olvidaré al Teniente de caballería que cayó en un retén de la guerrilla sobre la vía que pasé, secuestrado y se les escapó a las FARC. Cuando llegó a Florencia sus relatos fueron de toda una odisea, una historia de esas que se cuentan con las lágrimas en los ojos, Dios le dio una oportunidad nueva de vida, porque lo iban a matar, se entiende para que enseñaban la materia de evasión y escape en el curso de Contraguerrillas y de Lancero en el Fuerte Militar de Tolemaida.

Ésa región del país, además de su belleza e historia, me enseñó la importancia del trabajo conjunto con otras Fuerzas, un principio fundamental para garantizar la Seguridad y la Defensa del país.

Como anécdota de este año recuerdo, que participé garantizando las comunicaciones en un Apoyo de Fuego (misión Alfa) por parte de la Fuerza Aérea en un avión AC47 (fantasma) artillado con ametralladoras punto cincuenta y antes de despegar, en el alistamiento previo con la tripulación y el comandante de la Brigada solo había un paracaídas de más y el piloto preguntó “¿mi Coronel es paracaidista?” El Comandante respondió, “No, soy Lancero”, entonces el piloto expresó “entonces el teniente debe llevar el paracaídas y usted se pega de él” pero cuando estábamos en vuelo...mi Coronel me dijo “si algo pasa me entrega a mí el paracaídas…” que chistoso.

Y de la novia ni me pregunten. Miles de kilómetros me separaban de ella con ese traslado.

“El camino puede ser difícil, pero con tu ayuda lo podemos lograr” (Soy Ciudadano)

6 comentarios:

  1. Excelentes relatos de tus experiencias Carlos. Sigue contando todo sobre lo que viviste y aprendiste, muy interesante y me hacen trasladarme a mis épocas y vivir la emoción. Gracias y un abrazo

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  2. A propósito Carlos: Conozco a Luis Alfonso Carvajal Lasso, pues fue alférez nuestro y su hermano Carlos Alberto Carvajal Lasso es uno de mis queridos compañeros de armas, con quién me reúno con cierta frecuencia a compartir un capuchino y a recordar viejos tiempos.

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  3. Trato de alejarme del texto y pensar que es de alguien que no conozco y nada! sigo pensando que es extraordinario, escalofriante y dura la historia de cada militar. Bendita sea tu vida!
    Pd: mañana continuaré leyendo, aunque con esto, dudo que logre sacarme la imagen de las gallinetas saltando o la cara del teniente cuando logró colarse de la FARC o del paracaídas 🪂 del chistecito.

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    Respuestas
    1. Creo que no entendiste el chiste, por favor míralo otra vez, así nos decían gallinetas.
      pero estoy de acuerdo contigo, la vida de un militar no es nada fácil, desde ningún angulo que se analice.

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Virgen de la Milgrosa -
Cerro El Cundí
(Santa Marta - Colombia)

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