Dijo George Orwell el novelista, periodista, ensayista y crítico británico “la historia la escriben los vencedores”, si partiéramos de esta premisa para analizar por qué perdimos la guerra en Colombia, tendríamos que decir que la comisión para el esclarecimiento de la verdad del sistema integral de paz, justicia, reparación y no repetición, podría estar distorsionando la verdad o ejecutando lo que conocemos como “fake news”.
La paz, una de las intenciones más anheladas, no se logra por un continuado juego oportunista o ingenuo del componente político (gobierno) que siempre ha oxigenado a los grupos armados como es el caso de López Michelsen con el ELN, Belisario Betancourt con las FARC o Pastrana, que les entrego 42 mil kilómetros cuadrados y peor aún Santos Calderón al darle condición político a las FARC permitiéndoles mantener un brazo armado.
Mientras tanto, la sociedad (pueblo) se hace el de la oreja gorda prefiriendo ignorar a toda costa la seriedad del tema sociopolítico que nos afecta. Les gritaron “ya viene el lobo” (Petro, la izquierda y el comunismo) vamos a estar como Venezuela y se hicieron los incrédulos como la fábula de los tres cerditos y el lobo llegó al palacio, volviendo trizas al país a pesar de que utilizó la misma estrategia de las FARC, anticipando todo lo que iría a hacer (reformas), pero a pasos acelerados como dijo al ganar las elecciones “lo que no hagamos en seis meses después no lo podremos hacer”.
Entonces, perdimos la guerra porque durante los últimos 60 años pasamos del estado de sitio art. 121 CPN 1886 al estado de conmoción interior art. 213 CPN 1991 para enfrentar las amenazas, cruzamos las teorías de “estamos en guerra y la estamos ganando” “estamos en el fin del fin” planes de guerra concebidos y aprobados por los gobiernos, mutando entre bombas, toma de poblaciones, secuestro masivo, voladura de oleoductos y torres de energía, asesinatos e incorporación de menores a las filas de las guerrillas y una violencia del campo a la ciudad, a una alcahuetería jurídica de impunidad como el “proceso de paz de Santos”.
Una injusticia sin reparación a las víctimas, burla perversa y satánica por los victimarios que hoy gozan de curules en el congreso y presidencia, gobernando ideológicamente que incluso dejan sorprendidos hasta el pacto histórico, una fuerza pública amarrada, maniatada y diezmada como suelen hacerlo esos gobernantes de turno, dejándonos desprotegidos a merced de los que salen como “pretorianos campesinos” con los colores del ELN y la imagen del Che Guevara impresa en sus ruanas frente al Capitolio y Palacio de Nariño.
Presentan propuestas para legalizar el narcotráfico y casi que indultar a los narcoterroristas, alcahueteando la salida de la primera línea de la cárcel para ponerlos como gestores de paz, aliándose con el ELN que lleva años violentando al Estado (territorio) y tendiéndoles banquetes de oportunidades que no les han servido en los siete gobiernos anteriores para ver si dejan de delinquir.
La fuerza pública por su parte, quienes ganaron la guerra militarmente le dieron como premio de consolación en el uniforme la “V” de la victoria o de la vergüenza, estas instituciones armadas del estado han sido utilizadas como idiotas útiles cercenándoles su capacidad de elegir a quienes los van a gobernar, colocándolos de parapeto al problema social, de escudo a las balas de los grupos terroristas como carne de cañón, aguantando la vergüenza y humillación pública como a nuestra policía en el Caquetá por las pésimamente llamadas “guardias campesinas o cercas humanitarias” ignorando que fueron ellos, quienes siempre redujeron la capacidad terrorista del “adversario” para facilitarles las acciones políticas como los diálogos a pesar de una ausencia estatutaria de seguridad y defensa.
La demostración de que perdimos la guerra, es que el susto y el temor que genera la violencia no han pasado, por el contrario, se ha incrementado con la llegada de la izquierda radical y comunista, amenazada la economía y ahogado el bolsillo ciudadano, como consecuencia la corrupción y el delito se incrementan y los bandidos de todos los calibres se envalentonan mientras la sociedad aprende a protestar.
Sí, en las próximas elecciones no se posesionan líderes de estado, es posible que no solo hayamos perdido la guerra política, también el patriotismo, la independencia nacional, la identidad de la nación y hasta la integridad del territorio, en mi parecer, ganamos la guerra militar, pero perdimos la política y social.
“El camino puede ser difícil, pero con su ayuda lo podemos lograr” “Soy Ciudadano”
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