El caso entre Mónica Liliana Estrada Rivera de 38 años y Kelly Johana Barragán Loaiza “la guasón” QEPD de 35 años, debe llevar a reflexión sobre los conceptos emitidos en el título del artículo; la violencia como comportamiento social y cultural demuestra en todas las esferas, la necesidad urgente de reinventar la población desde el interior de la educación con los casi inexistentes principios y valores además del respeto como una máxima cultural, volver al pasado en estas temáticas, seguramente generaría cambios vitales en la erradicación de un tema que afecta al país.
No es solo estas riñas callejeras las
que lesionan el buen vivir, es también la inseguridad, la corrupción, el
desempleo, la falta de proyección individual, la afectación inminente de la
música violenta y sucia, los fetiches de la tecnología y la expresión corporal,
la moda de los tatuajes y piercing, la identidad de género, las teorías
ideologías políticas, la pasión incontrolada del futbol, las guerrillas, las
mafias del narcotráfico, las drogas entre otras la marihuana, la cultura de lo
fácil a través del delito, las mentiras y hasta la identidad para adorar a Dios
se ha convertido en una competencia entre hombres y mujeres que deberían
convivir de manera pacífica y tranquila entre el tener y el ser.
Basta mirar las redes sociales y el
video de la riña callejera en la plaza de la 14 en Ibagué para destacar dos
cosas: primero, la brutal indiferencia social para detener a un par de mujeres
que se amenazan con armas cortopunzantes y, segundo, la marcada indolencia para
llevar de forma inmediata a la herida a un hospital, que casi muere a los pies de
60 espectadores que solo alimentaron el chisme con sus aparatos tecnológicos.
Por último, la morbosidad: “que bien
hecho”, “que le salió una más fuerte”, “que se maquillaba como ñera”, “que era
una ñanga”, “¿que está en el cielo?”, “no se perdió nada”, “mujer de bares”,
“tanta polémica, ni porque fuera una reina”, “por perr”, “le gustaba el olor a
pecueca, chucha y sudor de culo” son, entre otros, los apelativos posteriores a
su muerte, casi en su totalidad por otras mujeres; en la página de Facebook de
Kelly y la de Mónica, ni se diga que ya fue bloqueada. Se supone que no hay
muerto malo, pero en este caso, solo la morbosidad humana puso en práctica el
viejo refrán: “De la abundancia del corazón habla la boca”.
Este caso tiene más de fondo que de
forma, situación que no se soluciona con unas líneas escritas en políticas públicas
de salud mental o las buenas intenciones de unos cuantos; se necesita un cambio
estructural de todos los ciudadanos, para ver si algún día podemos decir que
aquí se vive en paz y no en guerra.
“El camino puede ser
difícil, pero con tu ayuda lo podemos lograr”. “Soy ciudadano”.
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