domingo, 2 de agosto de 2020

El 14 de diciembre del 2005 tuve que presentarme a trabajar, luego de 15 de días de vacaciones que se utilizaron para nuevamente desplazar a la familia y enviarla rumbo a Medellín, tenía que ir a trabajar a Puerto Carreño Vichada, linda tierra de la Orinoquía.

Tres compañeros, Isnardo Polania, Ramón Saldaña y yo, ya tenientes coroneles, que durante tres días permanecimos en CATAM a esperas de la salida del apoyo aéreo en el avión C130 Hércules salimos rumbo a nuestra nueva jurisdicción.

Viajamos para fundar la nueva Brigada de Selva No 28 conjunta, que tenía como sede la capital del departamento del Vichada, con responsabilidades de Defensa de la soberanía, sobre las fronteras fluviales entre los ríos Orinoco y Meta con los estados de Apure y Amazonas en Venezuela y Amazonas en Brasil, con una responsabilidad de 223.136 Km2, equivalente al 19,54 % del país y una responsabilidad de 1.610 kilómetros de frontera; mi ubicación sobre el terreno fue una punta que parece una isla por estar rodeado de tres ríos.

La nueva Brigada, tenía la responsabilidad de Seguridad en los departamentos de Vichada, Guainía y Vaupés y sus unidades orgánicas fueron, dos Batallones de infantería, el Próspero Pinzón en Puerto Inírida (Guainía) y el Rojas Acevedo en Cumaribo (Vichada), tres Batallones de Contraguerrillas, el 32 en Santa Cruz y 38 en Mitú en Vaupés y 58 en Barrancominas Guainía, bajo mando operacional los Batallones Fluviales de Infantería de Marina No 40 en Puerto Carreño y 50 en Puerto Inírida.  

Sólo para darles una idea del área a donde me habían mandado, deben tomar un avión de SATENA en Bogotá y durar 1 hora y 15 minutos montado en el para llegar, casi el mismo tiempo de Bogotá - Santa Marta, eso, si no salías en el DC3 lechero que partía de Villavicencio, pasaba por Cumario u otros lugares y se gastaba entre 4 o 6 horas para llegar, son los aviones estaca de la Orinoquia, por tierra se demoraba entre 5 y 8 días por las pésimas carreteras y por agua otro tiempo igual, área poco sencilla para ingresar y para salir.

Recorrer esta región fue una experiencia extraordinaria por su variedad y características, una planicie como para decir "wao", no se ve ni un cerro en kilómetros, un terreno árido en muchas partes rojizo, escoltados por los ríos que pueden bajar o subir entre 10 y 15 metros de altura en ciertas épocas del año a pesar de su respetuosa distancia entre las orillas.

Navegar en los ríos, ver de cerca los raudales, admirar la pericia de los pilotos de las lanchas, almorzar pescados frito o guisado entre otros, el cielo con estrellas de noche, sentir la lluvia por días, entender cómo se defienden los alcaravanes, comer queso telita, deleitar los marañones que producen para el exterior, sobrevolar y caminar algunas veces la selva, visitar el Parque Natural el Tuparro y analizar como llegaban turistas de Alemania, Estados Unidos, Francia, Holanda entre muchos otros a conocer esas tierras que muchos colombianos jamás visitaran, es hoy para mí un privilegio que debo agradecer a Dios y la vida.      

De paso, al Director de Comunicaciones quien fue el que me envió allá, de pronto como castigo para demostrarme sus capacidades por haber abierto una oportunidad de viajar a Israel para los alumnos de la ESDEGUE en el tema de la seguridad de comunicaciones, que por cierto, ni una coma aportó en mi trabajo de investigación a pesar de que fue mi tutor temático, aún no sé qué molestó a mi superior.

La vida tiene unos hechos que no se entienden a veces, quien ocuparía el cargo de Jefe de Estado Mayor, el recién ascendido Coronel Néstor Robinson Vallejos terminó de Comandante, porque el nombrado Coronel Diego Yesid Sánchez Ruiz recién posesionado, en el avión donde llegue el salió con su señora hacia Bogotá por una inflamación en el estómago diagnosticado posteriormente como cáncer y no regresó, y yo, recibiría como Jefe de Estado Mayor mientras nombraban uno desde Bogotá.

Esta Brigada me dejó como enseñanza, el abandono de mucha parte del territorio, la falta de inversión, atención hospitalaria, vías de acceso, escuelas, inversión para el desarrollo y muchos elementos técnicos y humanos para ejercer controles sobre la frontera, a veces sentí que no eramos parte del país, le ponen más atención los extranjeros que los nacionales.  

Mis cargos como oficial de logística y comunicaciones, ameritaban recorrer las unidades y destaco en mi experiencia varias cosas como por ejemplo; era más fácil cruzar a Venezuela para mercar en Puerto Páez o Puerto Ayacucho por que los productos eran más baratos y de mejor calidad que los colombianos, lógico, había que llevar de todo desde Bogotá o Villavicencio y eso costaba mucho.

O por ejemplo, para pasar revista a Casuarito Vichada, donde se tenía un puesto avanzado de Infantería de Marina y una base militar del Ejército, poblacion al frente de Puerto Ayacucho al otro lado del Rio Orinoco, era necesario, viajar con permiso de Venezuela, cruzar en lancha a Puerto Páez y luego una hora en carretera a Puerto Ayacucho y posteriormente cursar otra vez en  lancha y así de regreso, este es un solo ejemplo para comprender que los raudales no te permiten navegar, no existían vías, además la presencia guerrillera dificultaba la movilidad sin seguridad.

Llegar a Mitú, fue recordar el pasado y los hechos históricos que ya explique en años anteriores, las huellas de la toma guerrillera de las FARC aun eran visibles en la población en todo sentido, el miedo era inocultable.

Pero algo que me impresionó, fue el poderío de la naturaleza reflejado en los ríos, una cosa es contarlo y otra es vivirlo, pararse frente al puerto y ver las lanchas bien abajo y cualquier día verlas al borde del  pueblo por lo crecido de este afluente, eso es otra cosa, hay que estar allá para admirarse.

Una vez más, la vida me daba sorpresas, cualquier día me llamaron de la guardia, me buscada una persona y al preguntar quién era, me dijeron Mosquera Guevara Luis Fernando, uno de los antiguos Tenientes de la Escuela Militar, exigente, artillero, nos enseñó el brindis a la artillería a toda la compañía en una noche en campaña haciendo mil de piernas y no nos dejó acostar hasta recitarlo bien, él había tenido un accidente y por cosas de la vida se fue a vivir allá con la dueña de una estación de gasolina, las vueltas que da la vida.

Para visitar a mi familia debía atravesar el país, un permiso de 10 días cada tres meses donde viajaba de Puerto Carreño a Bogotá y luego Medellín así mismo al regresar, los permisos se convertían en 8 o 7 días en casa y luego esperar tres meses mas; si para mí era difícil salir y entrar a la zona, se imaginan por un momento para un soldado o un suboficial, piénsenlo por un momento.

Un año se pasa volando y una vez más la Fuerza dispuso mi salida de esa unidad que continuaría en vía de construcción, con mis compañeros compartimos una habitación por que no habían muchas, todos comíamos en el rancho de tropa, trabajamos en oficinas a medio construir, pocos recursos para trabajar, todo muy evidente, estábamos fundando una nueva unidad.

Es muy necesario destacar el trabajo conjunto con la Armada Nacional y la Policía Nacional y mucho más en tierras lejanas llenas de limitaciones, el trabajo insteristitucional fue latente, al punto que con orgullo llevo la medalla El Sol Naciente del departamento como una muestra de gratitud de esa población que me recibió y me dio la oportunidad de conocerlos, además de la diplomacia permanente con el Consulado de Venezuela ubicado en esa capital donde se escuchaban entre otras las intenciones de Chávez como la doble cedulación para obtener votos.

En esta unidad, reafirme los conocimientos adquiridos en la Escuela de Guerra sobre estrategia y seguridad y defensa, apasionándome mucho más el conocimiento de la misión en el terreno de las otras fuerzas que me permitió afianzar la teoría de operaciones conjuntas.

Sin embargo, la mejor parte de mi estadía en esta región, fue encontrar a un ex soldado que hizo parte de la compañía de reclutas cuando fui subteniente en Montería, en ese momento con sus familiares eran dueños de los aviones DC3, y fue tanta su gratitud que orientó a uno de sus capitanes para que me dejara pilotear un avión en vuelo, en varias oportunidades lo logre entre Villavicencio y Puerto Carreño, esa si que fue una magnifica experiencia de vida.

“El camino puede ser difícil, pero con tu ayuda lo podemos lograr” (Soy Ciudadano)



4 comentarios:

  1. Excelente articulo Carlos. Gracias por compartir.

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  2. Que experiencias tan grande haz tenido en tu servicio a la patria . Dios te guarde!!

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  3. Es admirable leer cada párrafo de su historia, orgulloso de ser Colombiano 🇨🇴

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En agradecimiento

Virgen de la Milgrosa -
Cerro El Cundí
(Santa Marta - Colombia)

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