Muchos piensan que comandar y dirigir un Batallón de Apoyo de Servicios para el Combate es una unidad fácil, lo cierto es que aquí, comprendí y agradecí a todos aquellos superiores que sin darse cuenta me colocaron en una diversidad de cargos desde Subteniente, esa experiencia adquirida me permitió un mejor desempeño en mi trabajo administrativo, logístico, operacional, de inteligencia y de acción integral.
Sin embargo, aún a pesar de las experiencias negativas
que fueron muchas que no deseo contar, les confieso que fue una excelente experiencia
de vida si la veo desde todo lo positivo de la misma al interior del Ejército,
y empezaré contándoles que desde el inicio hasta el término de mi gestión, coloqué
en manos de Dios todo mi actuar arrodillándome ante él y agradeciéndole con la
entrega de la bandera para la capilla el mismo día de la entrega, como acto de
cierre en esa unidad militar y para ello, conté con la ayuda permanente del capellán,
el padre Pedro Luis Uribe Restrepo a quien agradezco siempre su apoyo
incondicional.
Busqué la cohesión y amistad de quienes fueron mis
subalternos, sin distinción de grados o armas, religión o sexo, prueba de ello,
fue la creación del concepto de “la manada”, buscando siempre integrar a la
mayor cantidad de personas que como yo, vivíamos al interior de las
instalaciones y tratábamos de hacernos la vida más agradable en medio de la tensión,
por lo menos una tarde de domingo alrededor de un almuerzo, un paseo o celebrándonos
los cumpleaños, bajo ese concepto estuvieron muchos.
El respeto al culto fue un factor fundamental y por eso se autorizó a la comunidad cristiana, para reunirse sin que molestaran a los católicos en sus actividades o se hiciera proselitismo al interior de la unidad, actividad que realizaba con mucho respeto el Capitán Cesar Augusto Sandoval Rubiano y su esposa la Sargento Viceprimero Esperanza Valdes Mendoza, que entre otras hacían labor humanitaria de visita a los detenidos.
Respetar a los homosexuales que habían en ese momento fue otra acción de mi comando, pero siempre haciéndoles saber la responsabilidad de portar el uniforme con el respeto máximo y dando ejemplo de comportamiento respetuoso hacia los integrantes del batallón, esos factores de la sociedad también están al interior del Ejercito y mi intención fue de trato exigente pero humano como lo hice con todos.
El batallón tenia entre otras la responsabilidad de
administrar los recursos de la Sexta Brigada, el Batallón de Servicios, el Batallón
Rooke, el Gaula, el Centro de Instrucción, la Brigada Móvil con sus unidades,
la Sexta Zona de reclutamiento y sus distritos, los juzgados, los batallones de
contraguerrillas 6 y 34, las AFEUR, casas fiscales y sanidad entre otros, que
conllevó a una revista de inspección total por parte de la Inspección del Ejército,
bajo la dirección nada menos que del Mayor General Carlos Arturo Suarez
Bustamante más conocido como “la Machaca” ya se podrán imaginar por qué, pero
bendito Dios, fue una emboscada superada.
La gestión de estudio para las personas que podían fue siempre una visión, entre muchos casos recuerdo a los soldados profesionales en el SENA, el inglés para los que deseaban y el seminario de Derechos Humanos para todo el personal en las instalaciones del centro de convenciones de la ciudad, actividad que generó, una felicitación al comando de la Brigada y el batallón por parte del entonces Comandante del Ejército General Oscar Enrique González Peña por desempeño en el cargo.
El reconocimiento al trabajo de todos mis
subalternos fue una gestión y prioridad que me propuse por encima de todo, y
como prueba de ello, se logró exaltar su labor con las medallas de la Gobernación,
alcaldía, la medalla militar del cuerpo logístico, escudos, diplomas, felicitaciones,
permisos y la medalla de la Agrupación Manuel Murillo Toro de Comunicaciones a quien
destaco una vez más por la ayuda recibida al Teniente Coronel Guillermo Enciso
Prieto y al Mayor Enrique Parra Afanador dos personas que siempre han estado prestos
a servir y ayudar a los hombres de comunicaciones.
Más allá de mis tareas militares, busqué acercarme
a la población y entre ellos al Colegio Eucarístico María del Refugio y al Colegio
Militar Inocencio Chincá para sensibilizar a los estudiantes sobre la misión del
Ejército y la necesidad de un correcto comportamiento ciudadano, labor que
trajo gratos momentos y recuerdos.
Dicen que “las oportunidades son calvas” por eso la celebración del día del Ejercito, día de la infantería y el 20 de julio, ameritaron mucha dedicación y trabajo, pero el día del cuerpo logístico fue todo un acontecimiento, todos, absolutamente todos los integrantes de la unidad se comprometieron a hacer de ese día algo extraordinario incluyendo a los civiles, fue más que estupenda la combinación entre compromiso y motivación, hoy les presento mis agradecimientos a todos.
Ese año, por orden del comandante de la Brigada Coronel
Emilio Torres Ariza tuve que asumir temporalmente la dirección del centro de Instrucción
y entrenamiento en el municipio de Piedras, sin perjuicio de mis funciones del cargo
principal y allí una nueva oportunidad para dirigirme cada mañana a 1000
hombres concentrados en reentrenamiento y buscar dejarles una semilla de aprendizaje
sobre la noble labor de ser soldado, esta fue otra grata experiencia.
Muchas cosas pasaron en un año, como la participación
de la reunión regional de seguridad presidida por el Presidente de la República
Álvaro Uribe Vélez en Ibagué, las reuniones de seguridad en la Alcaldía, el acompañamiento a FENALCO en los apoyos
solicitados, presentarme a un citatorio por parte del Consejo Municipal para rendir
cuentas sobre la seguridad del área urbana, escuchar a la población de las comunas
entre ellas una bien complicada como La Gaviota y una actividad bien inesperada,
recibir y acompañar durante su estadía al cantante mexicano Vicente Fernández,
que por la misión de seguridad que se cumplía, me invitó a ver su presentación en
un palco, vaya fortuna de la vida.
En lo operacional como quedó en mi hoja de vida, había
logrado 19 capturas a mi objetivo operacional impuesto, cumpliendo con ello una
de las intenciones importantísimas en la misión del Ejército más capturas y judicialización,
aspecto que así se logró con la compañía de Policía Militar y la sección de
inteligencia.
Con gran satisfacción debo destacar el recibimiento
de la medalla de la Infantería Ayacucho, que sea de paso recordarlo no me fue
posible hacer parte de esa arma por mi problema visual, pero las palabras de mi
abuelo se cumplieron “adelante cachorro de frente paso de vencedores” mi gestión, apoyo y ayuda incluso en la construcción
del comando del Batallón Jaime Rooke me hicieron merecedores de un símbolo tan
importante.
Por otra parte, las obras dirigidas en beneficio del nuevo concepto del “Cantón Pijao” quedaban plasmadas con la creación de la guardia, el mejoramiento de los alojamientos de tropa, el mantenimiento a la escuela de los niños, la granja, la ampliación del dispensario, el parque para los niños de los suboficiales, mantenimiento en el lago que recuerdo sacamos más de 100 cachamas y hubo almuerzo gratis ese día en los casinos, el aislamiento del dispensario, pero la obra que me pareció más bonita, fue el programa del adulto mayor del Doctor Martínez además de utilizar los recursos de la tienda del soldado para incrementar el bienestar de los mismos.
La veeduría de salud encabezada por la señora
Hermelinda Quiñonez Cárdenas y un grupo de suboficiales en retiro fue
importante como equipo asesor y de supervisión, para tener claridad sobre la problemática
sanitaria que aquejaba a los usuarios, en su momento no comprendía la importante
gestión que cumplían, hoy la entiendo y reconozco con mucha humildad y claridad
desde el otro lado de la barrera.
Mi comando cerraba el año con muchísimas circunstancias especiales y combinaciones emocionales, laborales, profesionales y personales, comprendiendo con positivismo, la misión de las unidades de logística para el Ejército, situación que me permitió recibir los reconocimientos públicos con las medallas al mérito servidor público de la Gobernación del Tolima, la Orden ciudad de Ibagué de la alcaldía de Ibagué, el Consejo Municipal, la Fernando Landazábal Reyes de la agrupación de comunicaciones Manuel Murillo Toro, la Magna Cruz Iberoamericana, Servicios Distinguidos de la Policía Nacional y la Capitán Gabriel Sánchez Díaz del colegio militar, todas recibidas con la grandeza de portarlas con el sentimiento historio y patrio que ellas traen a mi vida como militar.
Mi tiempo en este lugar del país había concluido y
la ruta a seguir seria la fundación del Comando Conjunto del Pacifico con sede en la ciudad de Santiago de Cali y
como el año no puede cerrar sin una anécdota, les cuento que al entregar mi
cargo al señor Teniente coronel Olando Quintero Gómez, no repetí la acción irrespetuosa
que tuvo conmigo el Teniente Coronel Zuluaga Morales Jhon Jairo, por el
contrario busqué dar ejemplo y generar un proceso de entrega transparente y
decente, lo más satisfactorio posible al nuevo comandante y luego llamé por teléfono
el día de la entregar Brigadier General Fernando Joya Duarte q.e.p.d. para protocolariamente
presentarme y decirle que salía a mis vacaciones y me pasó de inmediato al
Mayor General Justo Eliseo Peña Sánchez, quien me dijo lo siguiente “tiene
cinco días para presentarse” y me colgó, ese sería mi nuevo comandante para el siguiente
año.
“El camino puede ser difícil, pero con tu ayuda lo podemos lograr” (Soy Ciudadano)
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