Lo cierto es, que Dios es justo y sin saber por qué
me trasladaron a Bogotá, esta vez a la Escuela Superior de Guerra como oficial
de planta, donde debo comentarles que muy pocos en mi especialidad tenían esta
posibilidad, llevaba un año de antigüedad como Teniente Coronel y en ese
momento mi camino fue la academia, aún recuerdo la primera reunión de docentes en
el primer piso de las aulas donde le expresé al director Brigadier General
Edgar Ceballos Mendoza en una dinámica organizada por la Sicóloga Luz Iris
Orjuela, excelente visionaria sobre el papel de la escuela para los estudiantes
“ No sé por qué llegue aquí, nunca he dictado una clase en aulas fuera de la
instrucción que se le brinda a los soldados, pero colocaré todo mi empeño por
hacer las cosas bien”.
Habían oficiales con experiencia académica, algunos
en dos o tres escuelas de formación como docentes y lo reconocí por las
insignias en el uniforme, otros eran profesores de Estado Mayor, por mi parte, era
un novato pero tuve como orientador y guía al mejor maestro en el tema, mi
compañero el Teniente Coronel Juan Ricardo Sánchez Hurtado quien hacia parte de
los docentes del departamento de
estrategia, alumno distinguido en 2005, mejor docente del 2006 y excelente
persona; en mi caso, fui nombrado como Jefe del Departamento de Desarrollo Humano
e integrante del Consejo Académico, además Profesor Militar de las materias de
estrategia.
Rápidamente debí leer y recordar manuales,
doctrina, ayudas, ensayar, consultar documentos, normas, planes y todo lo
relacionado con el tema para ponerme al frente de los estudiantes de grado
mayor y capitanes de corbeta, algunos con especializaciones o carreras
profesionales; no podía salir con errores conceptuales frente a ellos y menos
porque una minoría ya habían experimentado lo que aprenderían en la teoría.
Como jefe de personal, busqué la integración del
equipo cercano, con una dinámica de almuerzos en casa a fínales de mes, acción
que permitió una sinergia laboral, comprender los problemas, las debilidades y
fortalezas que teníamos; atender los requerimientos, brindar orientaciones,
apoyo médico, odontológico y sicológico incluyendo a las familias de los
estudiantes de los diferentes programas académicos.
Sin embargo, me tocó debatirme en el cargo en un
proceso legal para la expedición de las resoluciones que firman entre otros el
Ministro de Defensa y Hacienda hasta el Presidente de la República, para la práctica geoestratégica internacional
de los alumnos del Curso de Altos Estudios Militares, al punto que recibí un
concepto negativo en mi folio de vida, a pesar de que la tarea del equipo
nuestro se realizó de manera oportuna, pero todo dependía de la lenta tramitología
ministerial.
Como jefe de departamento, supervise el trabajo de
nuestro sacerdote, el padre Jaime Fernando Escobar Molina que en el momento se
enfureció por mi acción de supervisión, luego de manera amigable comprendí su
gestión y me comprometí a enviar flores al altar para resarcir lo mal que se
había sentido por la verificación ante sus superiores eclesiásticos, después,
fuimos buenos amigos.
La dirección, me nombró Comandante del Curso de
Información Militar CIM, otro grupo significativo de ciudadanos profesionales que
ingresan a las Fuerzas Militares para cumplir una misión vital pero deben pasar
por la escuela para cumplir el requisito de ascenso, otra óptica distinta de aprendizaje
para mí, sobre todo porque durante mi grado de subteniente los percibía de
manera imprudente, doy fe, Dios enseña.
El paso por la Escuela de Guerra, permite un
relacionamiento académico con militares y policías que muy seguramente tendrán
una connotación en la vida pública y militar futura y para colocar algunos
ejemplos, mencionaré entre otros, al Capitán de Navío Hernando Wills Vélez Subdirector
de la escuela quien posteriormente fue Comandante de la Armada Nacional.
A los alumnos del CAEM; el director me ordenó
presentarles el producto de mi investigación sobre seguridad de comunicaciones
y entre ellos estaba el Coronel Javier Alberto Flórez Ariztizabal uno de los
generales del posterior proceso de paz, estoy casi seguro olvido ese tema tan
importante en las conversaciones, pero también al Coronel Javier Antonio Fernández
Leal, mi jefe para el año 2014.
Estuvo el Coronel de la Policía Rodolfo Palomino
López quien posteriormente recibiría a
los alumnos del Curso de Estado Mayor en la Escuela de la Policía como Director de esa Institución y seria yo el encargado de agradécele por su
conferencia y atención a los alumnos en el 2014, o compartir la docencia con el
Coronel Ramsés Rueda Rueda hoy General y Comandante de la Fuerza Aérea
Colombiana.
Pero con mucho orgullo y satisfacción recuerdo a
mis compañeros que llegaron ese año para adelantar el curso para ascender a
Teniente Coronel, oportunidad que les brindaba la vida y Dios para alcanzar un peldaño
más en su carrera, entre ellos los mayores, Cesar Arenas González, Octavio
Martin Valbuena mi compañero de escuadra en 1986 en la Compañía Santander,
Nelson Sánchez Hernández, Enuar Aragón Oquendo, Juan Carlos Forero Briceño
Q.E.P.D, Mario Torres Rivera, Gustavo Bermúdez Castañeda, Javier Ortiz Rozo, Orlando
Mejía Quintero, Paolo Tenjo Carrillo y Oscar Mier Granda, para ellos mi respeto
sincero y reconocimiento.
Y, con mucha inconformidad a quien fuera Ministro
de Defensa Juan Manuel Santos Calderón él tenía influencia en la escuela como
organización académica, hoy el vergonzoso Presidente de un inmerecido Premio Nobel
y una paz inexistente de quien recuerdo sus palabras en la segunda posesión
“por los que votaron por mí y por los que no votaron por mí, yo soy su
presidente” y así fue, “hizo lo que le dio la gana”.
La docencia y trabajo tuvo como valor agregado el
acompañar a los alumnos en la práctica Geoestratégica y fui seleccionado para
viajar a México y Panamá, en el primer país, conocer el Ministerio de Defensa
que cobija a Ejército y Fuerza Aérea y el Ministerio de Marina, la Escuela
Militar de Cadetes entre otras unidades, todo con el fin de abordar temas sobre
ubicación geoestratégica, problemas migratorios y en especial el problema del
narcotráfico, sorprendido quedé al ver las pistolas de oro con diamantes
decomisadas a los narcotraficantes.
En el segundo, visualizar la importancia del Canal
de Panamá y sus proyecciones de ampliación para el favorecimiento del transporte
marítimo del mundo, la responsabilidad policial y la casi inexistencia de las
fuerzas armadas de ese país, los problemas entorno a la frontera selvática con
Colombia y el cruce ilegal de armas, narcotráfico y personas, además el
desarrollo comercial y financiero que acompaña a esta nación.
Hoy recuerdo con satisfacción, que me volví
impopular por un día en ciudad de México en la capital, por que el Ministerio
de Marina nos ofreció una recepción con comida y lógicamente tequila para
botar, con un mariachi de 32 personas que la verdad, fue por lo alto, pero en
el momento de regresar al hotel militar observé que muchos de los alumnos
estaban como decimos en la etapa “en exaltación de la amistad” otros “devolvieron
atenciones” y bajo mi buen criterio hablé con la guardia del sitio donde
estábamos alojados y dije “ningún estudiante colombiano de la comisión puede
salir a la calle” algunos madrazos me echaron, entre ellos el estudiante que
nos acompañaba de Brasil que dijo “yo soy de otro país”, todo porque uno de los
más motivadores para salir esa noche con los estudiantes era un Capitán de Corbeta
de la armada mexicana que esa misma noche y por su estado de alicoramiento se
accidentó y el día que salíamos de México a Panamá falleció en el hospital
naval, allí los que se disgustaron conmigo, me dieron la razón por no dejarlos
salir, entre ellos el general jefe de la comisión colombiana que me había
regañado por la decisión tomada.
Escribiendo estas líneas observo la bendición
divina y doy gracias por ello, mi investigación de seguridad de comunicaciones
y mi trabajo me condujo a ser invitado con los gastos pagos por la firma Harrys
a Rio de Janeiro Brasil, se realizaba la feria militar mundial en ese país y
allí me tropecé con el Viceministro de defensa Juan Carlos Pinzón hijo de un
Coronel, a quien le comenté mis preocupaciones sobre la problemática de la
perdida de los radios de seguridad de voz y mi intención para que el ministerio
se empoderara del tema; pero la respuesta del Viceministro fue altamente
irreverente y despectiva, no le dio importancia al tema y los generales que lo
acompañaban tampoco me dieron el apoyo, en fin así funciona el país.
Una vez más hice los esfuerzos y me fui a visitar la Escuela de Comunicaciones del Ejército de Brasil, llegué sin anunciarme y mostrando interés por conocerlos y bendito Dios, me recibió su comandante un poco extrañado y prevenido, pero me recibió y me comentó algunas cosas sobre esa especialidad en el vecino país donde conseguí la insignia que los representa para mi colección.
No me da pena, contarles que subiendo en el
trencito al Corcovado donde está el Cristo Rey lloré, yo Carlos Martínez el
hijo de doña Cecilia madre biológica y Alicia madre de crianza estaba allí,
admirando una ciudad ubicada frente al mar y un lago, entre selva y piedras
gigantes, con edificios, túneles y
arquitectura moderna además de las favelas, un cruce entre belleza natural y
desarrollo que en su momento me generó muchísima alegría pero también
nostalgia.
Por otra parte, a comienzo del año la familia había
tenido que regresar a Bogotá, otra vez armar y desarmar trasteo, buscar
colegio y residencia, pero ese año llegó a nuestras vidas una de las peticiones
de niño, un perro pastor alemán, Greco llegó un domingo cuando caminábamos
hacia la Hacienda Santa Bárbara para almorzar y vimos una camioneta blanca con
una pareja, un pastor adulto y cuatro cachorros en una caja de cartón, un macho y tres hembras, los
tocamos, admiramos y cargamos pero dije “no tenemos dinero para comprar un
perro de estos” almorzamos y de regreso nuevamente los vimos, el dueño de los
animales nos llamó y nos dijo “nosotros no los estamos vendiendo, estamos
buscando familias que deseen tener a un cachorro, que no lo maltraten, que no
lo vendan y que lo cuiden como mascota y pueden tomar a uno” tomamos el macho y
desde allí, fue un hijo más para la familia y se convirtió en un excelente
amigo hasta que murió a los 13 años de estar con nosotros q.e.p.d.
Diciembre llegó muy rápido, la escuela se lució con
la decoración navideña gracias a Martha
María Escobar González mi esposa, quien colocó todo su empeño y dedicación,
creatividad e iniciativa y con la ayuda
de unos pocos dejaron la fachada y el interior de la institución de verdad muy
linda.
En reconocimiento a mi gestión de docencia,
representada en 414 horas de clase y llenar los requisitos legales, el 13 de
noviembre de 2007 me fue asignada la distinción y certificación como Profesor
de Estado Mayor, tirulo que agradezco al Coronel Cesar Augusto Sánchez Carvajal decano, que a mi llegada me expresó irónicamente el siguiente interrogante “le va a
sacar el cuerpo a las clases” toda vez que algunos oficiales llegaban de planta
a esta institución y no les gustaba asumir esa responsabilidad académica, pero
yo, la acepte.
Los alumnos terminaron sus procesos académicos,
todos llenos de alegría se fueron a sus vacaciones y de allí a sus nuevas
guarniciones ya ascendidos y repotenciados bajo la doctrina militar conjunta y
estratégica, se irían fortalecidos a enfrentar nuevamente las delicadas
situaciones operacionales que les esperaba en todo el territorio nacional.
“El camino puede ser difícil, pero con tu ayuda lo podemos lograr” (Soy Ciudadano)
Felicitaciones Carlos, esas son experiencias de vida que solo quien las vive las sufre y las goza. Son responsabilidades que asumimos con gusto y seriedad, en las que ponemos todo nuestro empeño y compromiso. La experiencia en la docencia es muy importante y significativa tanto para el alumno como para el profesor, porque a la par que compartimos el conocimiento con nuestros estudiantes, nosotros, quienes hemos desempeñado ese rollo, también estamos aprendiendo y reforzando nuestros conocimientos y disfrutamos mucho el tiempo con los estudiantes. Te queda la satisfacción del deber cumplido, los aprendizajes y una excelente experiencia de vida y servicio a la patria. Gracias.💂🇨🇴
ResponderEliminarGracias a ti Eduardo por leer mis columnas, muy amable
EliminarGracias mi querido Coronel y amigo por refrescar la memoria con tantas anécdotas compartidas, leo y recuerdo con mucha emoción cada situación que describes, como pasan los años, cuantos aprendizajes nos quedan. Nuestra Escuela Superior de Guerra es cuna del pensamiento estratégico militar y es un honor pertenecer a esta gran familia. Gracias por recuperar este trozo de historia militar!
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